¿Qué significado tiene la soledad para ti? (Transcripción)

 

Y él respondió:

Sin la soledad, el AMOR no permanecerá mucho tiempo a tu lado. Porque también el amor necesita reposo, de modo que puede viajar por los cielos y manifestarse de otras formas.

Sin la soledad ninguna planta o animal sobrevive, ninguna tierra es productiva por mucho tiempo, ningún niño puede aprender sobre la vida, ningún artista consigue crear, ningún trabajo puede crecer y transformarse.

La soledad no es la ausencia de AMOR sino su complemento.

La soledad no es la ausencia de compañía, sino el momento en que nuestra alma tiene la libertad de conversar con nosotros y ayudarnos a decidir sobre nuestras vidas.

Por lo tanto, benditos sean aquellos que no temen a la soledad. Que no se asustan con la propia compañía, que no se desesperan buscando algo en qué ocuparse, divertirse o qué juzgar. Porque quien nunca está solo, ya no se conoce a sí mismo. Y quien no se conoce a sí mismo comienza a temer al vacío.

Con estas palabras de Paulo Coelho empezamos nuestro episodio de hoy. El tema: la soledad.

Posiblemente estés de acuerdo conmigo si digo que una persona puede estar sola sin sentir soledad y puede sentir soledad estando con otras personas. La experiencia de la soledad es subjetiva; es decir, comporta un significado diferente para cada persona e, incluso, puede tener un sentido distinto para una misma persona dependiendo del momento vital en el que se encuentre y sus circunstancias; sin embargo, lo común a la experiencia de soledad es la percepción de aislamiento.

La soledad es un sentimiento que, aunque doloroso, cumple una función: la de motivarnos a conectar con otros. Los seres humanos necesitamos conexiones significativas como un mecanismo de supervivencia. Por otra parte, el tiempo en soledad nos ofrece una oportunidad para la exploración interior, el crecimiento, la reflexión.

Lamentablemente, cuando la experiencia de soledad se prolonga y nuestra capacidad para reconectar se debilita, podemos entrar en un círculo vicioso de soledad crónica, lo que puede ocasionar graves consecuencias para nuestra salud física y mental tales como ansiedad, irritabilidad, hostilidad, depresión, vulnerabilidad a desarrollar enfermedades cardiacas y un funcionamiento inmune deficiente.

Cuando la persona pierde (o no ha tenido la oportunidad de desarrollar) habilidades para conectar con otras personas, surge un sentimiento de ambivalencia ante el contacto social: por una parte, la persona anhela ser reconocida, aceptada, amada; pero, por otra parte, la inseguridad y la ansiedad que produce el contacto social la lleva a levantar murallas físicas y simbólicas que hacen imposible el establecimiento de relaciones.

Veamos con más detalle el círculo vicioso de la soledad crónica. Puesto que la experiencia de soledad o sentimiento de desconexión viene acompañada de sufrimiento, es interpretada como una situación de riesgo. Al sentirse en riesgo, la persona desarrolla una actitud de hipervigilancia ante posibles amenazas sociales y recibe, con suspicacia y recelo, cualquier intento de contacto por parte de otros.

La hipervigilancia, además, la conduce a prestar más atención a aspectos negativos de sus encuentros con otras personas, lo que confirma la suposición de encontrarse en un mundo amenazante; genera emociones y sentimientos negativos; y la lleva a presentar un comportamiento hostil e intolerante. Como consecuencia, su sentimiento de aislamiento se hace más intenso y su retraimiento social mucho mayor. En otras palabras, la soledad crónica se perpetúa por medio de la profecía autocumplida.

¿Cómo llega una persona a verse atrapada en un círculo de soledad crónica?

Existen diferentes teorías que brindan luces sobre este proceso. Por una parte, la teoría del apego asocia la soledad con patrones inseguros de apego que tuvieron lugar en la infancia entre el niño o niña y su cuidador o cuidadora. Este patrón dificulta el desarrollo de habilidades sociales y el sentimiento de confianza hacia los otros. Otras teorías atribuyen la soledad a rasgos de personalidad como desconfianza, baja autoestima y ansiedad social que obstaculizan el mantenimiento de interacciones sociales gratificantes y la construcción de relaciones significativas. Finalmente, abordajes cognitivos plantean la existencia de sesgos atribucionales negativos que, como hemos visto, cumplen un papel en el establecimiento de la profecía autocumplida.

Sea cual sea el origen del sentimiento de soledad, hay algo que personalmente me parece fundamental. No sé si alguna vez habrás sido consciente del diálogo que mantienes contigo misma(o) cuando te sientes sola. Me refiero a frases como “Nadie se interesa por MI” “(YO) No tengo con quien hablar” “Nadie ME entiende” “A nadie (YO) le importo”. Así, entre más atención prestamos a ese sentimiento de desconexión, más nos enfocamos en nosotras(os) mismas(os), más absortas estamos en nosotras(os).

Esta especie de fascinación con nuestro sufrimiento intensifica nuestro egocentrismo, lo que dificulta enormemente conectar con los demás. Justo porque nuestra mente está centrada en palabras como MI, YO, ME, no puede ver a los otros realmente. De hecho, tu mente sólo percibe la sombra amenazante de los otros para tu existencia. En estas circunstancias resulta casi imposible construir relaciones profundas y significativas.

No digo que el sentimiento de soledad no exista o no sea legítimo. Hacia donde quiero dirigir tu mirada es hacia el hecho de que la experiencia de soledad puede convertirse en una trampa, una experiencia que puede volverse crónica entre más centras tu atención en ti y en todo lo que el mundo no te da o te debe. En este sentido, es importante que te preguntes qué significa la soledad para ti y te des cuenta de la razón por la cual te sientes sola(o). A partir de allí, podrás dar pasos para construir una experiencia distinta, mucho más pacífica y amorosa contigo misma(o) y con los demás.

De momento, te dejo algunas ideas para conectar:

  1. Practica la bondad hacia ti misma(o). Culparte a ti misma(o) por tu experiencia de soledad solo servirá para incrementar el sufrimiento, la confusión, el miedo, la ansiedad, la tristeza y, en últimas, la percepción de amenaza. Por el contrario, cuidar de ti misma, tratarte con bondad y consideración reducirá el dialogo interno negativo y te dará descanso. ¿Cómo te puedes cuidar? Seguro hay actividades o cosas que disfrutas. Identifícalas y dales más espacio en tu vida. También es importante que te hables a ti misma con amabilidad y cariño. Si cometes errores en tu camino hacia la conexión con otros, considéralos como parte del proceso, aprende y busca alternativas para poner en marcha la próxima vez.
  2. Presta atención a las necesidades y a los sentimientos de los demás. Recuerda la última vez en la que ibas por la calle pensando en tu tristeza y soledad, sin prestar atención a lo que sucedía alrededor tuyo. Para conectar con los demás, es importante verlos, prestarles atención. Una vez los veas, reemplaza el enfoque acerca de lo que esperas recibir, por un enfoque sobre lo que tú puedes dar (tiempo, una palabra, una sonrisa, ayuda…). Desplaza tu mente de palabras como YO, MI, ME, hacia palabras como TÚ, USTEDES, VOSOTROS, NOSOTROS. Libera a tu mente del egocentrismo y su peso, cultivando la bondad y la generosidad.
  3. Presta atención a tus experiencias presentes. Identifica cuáles son las actividades o experiencias que te llevan a sentirte sola(o) y cuáles te ayudan a sentirte conectada(o) o a tener un sentimiento de pertenencia. Con esta información puedes reducir tu implicación en experiencias que refuerzan el sentimiento de soledad y aumentar tu participación en actividades donde te sientes conectada(o).
  4. Recuerda que la soledad es temporal. Aunque solemos vivir como eternas las experiencias que nos generan sufrimiento, es importante tener en cuenta que hay muchas cosas que puedes hacer para cultivar el sentimiento de conexión: desde transformar la manera en la que percibes y valoras tus encuentros con los otros, hasta crear oportunidades para compartir experiencias gratificantes con los demás.
  5. Busca apoyo profesional. Si poner en marcha estas sugerencias te resulta complejo, te vez inmersa en un círculo vicioso de soledad crónica o te sientes desesperanzada, el acompañamiento de un profesional de la salud mental puede facilitar tu camino hacia el logro de bienestar y calidad de vida.

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